corona de flores salvajes

La voz del viento portando aquellos horarios que creímos perdidos, apenas distingo tus pasos ausentes de los besos robados en noches de verano. Vestida de flores solo halladas en el desierto, a dónde van las almas confusas como la tuya. Causa de guerreras hambrientas, a lo mejor tienes que viajar al más allá con mayor frecuencia. 
Entre las botellas que dejaste en el salón todavía huele a alcohol, rota como los cristales de la alfombra. A veces prefiero pensar que lo que se rompió fue la ventana, pero ni el producto de las drogas parece traer tu recuerdo hundido. Mujer de miedos efímeros, que te embelesas con guerras de las que solo sales perdida, careces de tantos sentidos que pareces nacida del final del arcoiris. Que corriendo detrás de tu arrecife siempre asimilas la longitud de tu eternidad. Que no sabes frenar aun cuando el objetivo es estrellarse. 
Reina del baile de abril y de las olas de surcados estímulos. Eres la inspiración del océano, hueles a hierba empapada, corre el reloj tras tus pies, mas eres tu la dueña del tiempo. Eternamente despidiéndote de las cosas que marcas y no parten contigo.

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