La mentira más breve de este pentagrama.

Te me has escapado entre estas finas rendijas de la incertidumbre como diminuta hormiga trabajadora que labra su destino; aún pregunto continuamente tu nombre a mis estrellas fugaces. Sigo sin entender, por muchas vueltas que le dé, como no he podido darme cuenta del destino escrito por tu letra en este billete regalado, serán los despistes típicos de la primera vez.
No asumo ni presumo, y me esfuerzo en aguantarlo. Como soplo silencioso que porta el viento te has enredado entre mis cabellos, haciéndome creer mis propias fantasías. Jamás pensé acabar escribiendo esta extraña realidad, solo porque parecías de verdad.
Alma que cala en apenas segundos y no sacude, pero afirma. Eras la última afirmación. Muralla con los ojos cerrados de torres altas que pienso construir en este bosque ardiente.
Prometería mi última carta; en el fondo, ojalá sea así, aunque en realidad no apostaría ni un mísero penique. Si la incertidumbre es el nombre de tu alargada sombra, que estas sea mi última condena; que tan pronto te pinté la piel, como olvidé tu segundo apellido. Sin embargo, si algo más vienes a componer, dejaré este silencio de corchea, este tan fugaz como rápido instante, como prueba de mi tímido querer.
Que el año ha caído y yo no tenía propósito. Me dueles el alma, pero a penas un poco; de hecho, ya se me está pasando.
Tengo un nuevo proyecto (tan nuevo como viejo) y tiene el sabor de la sal en los puertos seguros; no se debe confiar el ancla eterna a la libertad a quien no conoce su peso real, y menos sin siquiera preguntar. Perdón por las molestias ocasionadas, interpreté una curiosa obra de teatro que solo estaba sucediendo en mi trastocada cabeza... Cerraré la puerta al salir.

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