El vals del gato negro.

Caminando suciamente descalza, cual gata herida entre tus arrecifes, me camuflo entre las sombras de la mentira austera que tejiendo cual araña construí.
Alma de fugaces momentos, que vive solamente cuando duerme, a la espera de que una mañana sea real.
A veces puedo sentirme rozando el interior de tus venas, dejando pasear al gato negro que siempre fui por tus ocultas emociones; casi sin tener cuidado, con ganas de provocar una herida mortal. Que pocas expectativas, solo quiero que muevas el valioso peón mientras otros parecen divertirse en esta fiesta austera. Gato negro de ojos pardos, que no logra entender la farsa veneciana que se ha formado entre tanta máscara; saltándose la norma del coraje, camina temerosamente entre los pies bailarines de tacones cual espadas, queriendo pasar desapercibida entre tus minutos, paciente al momento justo.

Enredada en sus telas de tul, aguardando entre la espera del veneno inmortal del infierno que supone verte querer. Ahora aún espero la bomba final, esa que haga estallar el suelo sobre el que camino, que deje de tejer su tela de araña y vuelva a bailar bajo las lágrimas de luna.
Corriendo entre los escondites de tus invisibles persianas, puedo encontrar tu talón de Aquiles; que curiosos resultar que soy yo. Gata negra de ingeniosas formas de huir, a penas distingo el gusano de la mariposa; deseo que tan solo sea espuma para que no duela tanto como si supiera que se trata de acero puro. Exponiendo en papeles de cartón lo que mi mente invoca, no podría decirse que eres poco valiente. Huyo de todo tu entorno, y solo me vuelvo a encontrar atormentadamente contigo, justo en la otra esquina. Gato negro que es siente protagonista del vals que no bailas con el, pero que siempre te logra encontrar donde no deberías estar.

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