Ahora pía acorde al son de un corazón.



Lejana alma en el pensamiento, que tiene a otra atrapada entre su firme piel, no con fines más lejanos de los de un enfermo a su eterna enfermedad.
Dulce pájaro de inocentes alas blancas y azules, que ahora pía acorde al son de un corazón que no es el suyo, y entre su jaula y sus barrotes de marfil que lo liberan, desconoce donde se halla y se limita a cantar vigorosamente, a resonar con cariño, a hacerse notar sobre la propia respiracion, a veces con incluso afilados dardos de acero, tal nivel de cordura.
Alma que resguarda, la cual se lleva las manos al pecho, fuente insaciable de la agonia, para posteriormente hundirlas en la cara; rostro que encuentra ensangrentado, alma que grita de tanto que se axfisian sus pulmones, chilla de miedo incontrolado, que agonia, que pavor, que dolor. Mientras recorre cual río, como lágrimas, sobre sus mejillas, dos hilillos rojos, a la par que mana del pecho, cual volcán en llamas incandescentes.
Pajarito de blanco plumaje, solo sabe cantar, mientras su alma dueña lucha por protegerlo a toda costa aún sabiendo que se desangra cuanto más quiere amarlo. Iluso, como niño recien nacido, el corazón solo pia, desconoce lo que ocurre en aquel que da su vida; al margen, se limita a existir en su propia realidad, poniendo sus fronteras y sus límites marcados, manteniendo su distancia decidida, pues en su propio corazón tiene al alma piando, mientras desconoce que pía en el del alma. Con un poco de suerte, la misma cancion; con una minima desgracia, el mismo dolor arrasador
Y ambos se desangran en el pecho, se ahogan en rojos hilillos que solo quieren recoger sus facciones, con las manos hundidas en el infierno organo, desesperados por cuidar el ser que lleva la melodía de sus entrañas.

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