Late. Late en un solo segundo, uno eterno, pero late.
Y late el corazón que ya no latía. Late el órgano de aquel que lo había sepultado en miedos, barreras, fortalezas y dolor. Un corazón tapado, escondido y ocultado, uno que ya no quería moverse, que ya había sido olvidado por su dueño, asustado, un corazón que ya no era corazón.
Pero late. Late dicho corazón en un segundo, un sutil y desapercibido segundo, uno más de tantos. Pues justo ahí late. Y el corazón, que ya no sabía que tenía voz, grita ,y sacude cada uno de los temores que le sepultaron, cargándose de un valor que desconocía que tenía. Vuelan las barreras y fronteras que le aislaban, estallan las lágrimas y el dolor que ocultaba. Y por primera vez late.
Late un corazón que ya no era corazón, en un segundo que nadie percibió más que él, que latió como laten aquellos que sienten, que viven y que sueñan. Que latió como late un corazón.
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