Siempre tuve una pequeña obsesión con las estrellas.
Cuando era pequeña solía pensar que eran luces que habían quedado pegadas en el techo del mundo, pero, por suerte, acabé comprendiendo que el mundo no tenía techo, lo que alejó ese gran agobio que vivía en mi y esa sensación de claustrofobia.
Según fui cumpliendo años fui creando miles y miles de ideas sobre lo que serían esas luces en el firmamento que brillaban por la noche incluso cuando la luna se cansaba.
Alguna vez llegué a decir que eran agujeros que proyectaban la luz que había más allá.
Otras veces pensaba que eran como los focos de los escenarios, que iluminaban a los héroes de este mundo, a aquellos capaces de acabar con el hambre, las guerras o la muerte.
Incluso llegué a creer eso que decían los profesores de Biología, que eran bolas de fuego a miles de kilómetros de nosotros.
Pero creo que solo hay una de las tantas ideas que he tenido que es verdad, es esa que siento cuando me tumbo en el suelo una noche, lejos de la ciudad, lejos todo en cuanto conozco y las miro detalladamente.
No veo un conjunto de luces brillantes, veo una y otra y otra... veo miles, pero las veo una a una.
Como si cada una de ellas tuviera algo que contarme, algo que enseñarme, o algo que admirar.
Son personas, son los verdaderos héroes del mundo, son esos miles de ojos que una vez estuvieron pisando el suelo que ahora piso, esas sonrisas que un día hicieron feliz a alguien.
No sé quien son, solo conozco a un par de personas que para mi si fueron importantes y para mi lo significaron todo, y ahora cuando miro el cielo las vuelvo a ver, todas las noches, acompañando mis sueños, junto a miles de otras personas de distinta etnia, religión, paises... personas que una vez fueron héroes y que lo seguirán siendo para el resto de la eternidad.
Nunca supe porque tenía tanta obsesión con las estrellas, pero supongo que ellas ya me hablaban cuando era un bebé, solo que, como la gran mayoría de la gente, no las escuchaba.
Cuando era pequeña solía pensar que eran luces que habían quedado pegadas en el techo del mundo, pero, por suerte, acabé comprendiendo que el mundo no tenía techo, lo que alejó ese gran agobio que vivía en mi y esa sensación de claustrofobia.
Según fui cumpliendo años fui creando miles y miles de ideas sobre lo que serían esas luces en el firmamento que brillaban por la noche incluso cuando la luna se cansaba.
Alguna vez llegué a decir que eran agujeros que proyectaban la luz que había más allá.
Otras veces pensaba que eran como los focos de los escenarios, que iluminaban a los héroes de este mundo, a aquellos capaces de acabar con el hambre, las guerras o la muerte.
Incluso llegué a creer eso que decían los profesores de Biología, que eran bolas de fuego a miles de kilómetros de nosotros.
Pero creo que solo hay una de las tantas ideas que he tenido que es verdad, es esa que siento cuando me tumbo en el suelo una noche, lejos de la ciudad, lejos todo en cuanto conozco y las miro detalladamente.
No veo un conjunto de luces brillantes, veo una y otra y otra... veo miles, pero las veo una a una.
Como si cada una de ellas tuviera algo que contarme, algo que enseñarme, o algo que admirar.
Son personas, son los verdaderos héroes del mundo, son esos miles de ojos que una vez estuvieron pisando el suelo que ahora piso, esas sonrisas que un día hicieron feliz a alguien.
No sé quien son, solo conozco a un par de personas que para mi si fueron importantes y para mi lo significaron todo, y ahora cuando miro el cielo las vuelvo a ver, todas las noches, acompañando mis sueños, junto a miles de otras personas de distinta etnia, religión, paises... personas que una vez fueron héroes y que lo seguirán siendo para el resto de la eternidad.
Nunca supe porque tenía tanta obsesión con las estrellas, pero supongo que ellas ya me hablaban cuando era un bebé, solo que, como la gran mayoría de la gente, no las escuchaba.
Que bien escribes💕No dejes de hacerlo💗
ResponderEliminarQue bien escribes lidiaaa, bueno, eso ya se sabia jeje me encanta, de verdad!! Un besín jaja
ResponderEliminarMi favorito.
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