Donde guarda el destino sus historias prohibidas preferidas, allí donde alberga las letras de su propia identidad. Corriendo calzado de espinas encontró el ansiado mortal; aun con el agua asfixiándole el cuello y la memoria sin rastro de oxígeno parece que puede respirar. Nadie reconoce a un ser de acordes malsonantes, todavía con el veneno circulando por su sistema nervioso, ¿será aquel el motor de su existencia? Como cual gato negro de mala suerte parece escabullirse entre los silencios del alma, aun siendo cuidado por la corona del firmamento, entre explosiones universales. Nunca aterriza en tierra firme, será que la luna traspasa sus propias fronteras, será que teme volver o que creyó demasiado como para augurarle un buen presagio. Solo sabrá el propio destino de sus antojos y el alma de raíces enterradas cuan ruin pudo ser el capricho de sus acciones, aun siendo esta su principal fuente insaciable de energía.
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