Camina sombra pesada, esta penumbra de tierra y barro no merece que seas paciente. Seremos esas crías en la lluvia tormentosa de abril, volveremos a escondernos en el miedo. No seremos amigas de nuestros sustos, huiremos de los últimos resquicios del querer, ahora solo queremos el mundo en los pies y seremos gatos de invierno al anochecer.

Nuevos amaneceres en septiembre y ya te he dicho todos los malditos meses, recordaré con indiferencia como fue encontrarte en callejones sin salida y las promesas de no dejarte marchar por primera vez serán incumplidas, de ahora en adelante cortaré mi melena de león salvaje llevado al viento para recordarme cada mañana en el espejo que tengo que asegurar mis principios primero antes de no fallar los del vecino de enfrente. Estoy escondida en la cocina porque no quiero ver a nadie más y temo gritar demasiado bajo, que pena que no puedas escucharlo, prefiero sentirme como el perfume que se queda impregnado en la ropa. Seremos largas pestañas y primavera no traerá nuevas distracciones.
Perdona este poema tan abstracto, necesitaba soltar todas las telarañas que llevaba dentro.
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