En estos bailes de luciérnagas se encuentra el beso mortal de la luz del atropellado inicio; y se clavan como estacas y alcohol en mi sucio alma los minutos que logré débilmente cantarme, arrancándome un diminuto alarido, preguntando dónde mierdas me había escondido. Que las viejas sábanas de seda guardan secretos muertos escritos en lágrimas, carencia de entender ninguno de los sentidos de mantener este eufórico pulso latiendo; porque el infierno se parece mucho al olor de tu pérdida.

Qué estas, por días y semanas, hubieran carecido de importancia alguna, que no me encontrara ni en los libros que siempre he ido a escribir, puñal brutal estacada clavada por la espalda; y yo que creí que podría tratarse de un abrazo.
En esta espada ensangrentada llevo la lucha de aquellas batallas, mi propia sangre derramada y la carga de mi conciencia pensando sobre los hombros rotos por mi propio cristal; estés entre las nubes o tus huesos ya sean polvo, aquí todavía cumplo mi promesa y estoy aprendiendo a blandirme a mí misma en esta infinita tempestad. Qué vuelca el barco, a veces lo parece; estoy comenzando a creerme otra realidad y a aferrarme a mi propia verdad.
Comentarios
Publicar un comentario