He compuesto una canción.


He compuesto una canción de esas que llegan sin avisar, y se me han clavado como dardos los acordes en el alma, que como tu van y vienen y no recuerdan después.
He compuesto una cruel melodía que habla de emoción no de sucesos, que cuenta ferozmente como te he mirado, antes de que te dieras, con dolor, la vuelta. He deslizado en caricias las manos por las firmes cuerdas de la guitarra, tratando de mantenerte agarrado en mi recuerdo. Que curioso que ya ni siquiera necesito tocarte, esta vez me basta con componerte.
Y es que me siento cansada y derrotada. Como si pudiera entenderte durante meses, aceptar con pesar que hay nudos que nunca se ataran, tantas voces que nunca armonizaran y labios que nunca se besaran, por mucho que se desee. Puedo comprenderlo tan bien que soy capaz de dejar de anhelarte sin cordura, de necesitarte con imprudencia y de pensarte sin control. Puedo dejar que seas el bello recuerdo de una preciada emoción, el suspiro desconsolado de una triste tarde lluviosa o el reflejo del color de tus ojos en cualquier otra mirada. Logro avanzar en otra dirección, casi sin temor, queriendo con inmenso cariño tu voz, aunque cada mucho la recuerdo. Entendiendo en poco tiempo que no puedo desear algo que nunca tendré, que el tiempo no puedo dejarlo marchar en pensarte, aún sabiendo, inmensamente torturada, que tu lo haces, sino será poco más que perdido. Puedo entenderlo incluso sin dolerme, sin molestarme más que un capricho a un niño y desearte la plena felicidad, aunque no puedas compartirla conmigo, como los amigos que siempre fingimos que somos. Sin rencor, simplemente aceptándolo.
Pero he compuesto una canción, una de esas que llegan sin avisar, con una paz profunda y una mirada que desmonta. Exactamente como tu has vuelto.
Porque después de entender atormentada, de aceptar con paciencia y de dejarme volar libre, vuelves a aparecer. Al pie del cañón, sin ninguna intención de disparar. Solo brutalmente sintiendo, para que ninguno de los dos pueda olvidar ni un segundo, para que nuestras elaboradas mentiras caigan de un solo golpe y nos quedemos completamente desnudos en un océano de salvajes emociones.
Ahí dejé de entender, y ojala pudiera hacerlo, pero entre tus ojos y los míos, ni siquiera había universo, únicamente algo que salta inquietamente en el pecho y llena la mente de inconexas ideas, sin coherencia alguna, por mucho que quieran tenerla. Ni siquiera supimos reaccionar, solo sentir desesperadamente, y fue suficiente para volver a olvidar.
Por eso he compuesto una canción, de esas que llegan sin avisar. Recordándome que aún no soy capaz de entender, mucho menos que hayas tenido valor para volver, aun siendo conscientes los dos que no sabes quedarte. He tocado dos acordes malsonantes para intentar respirar y en su lugar me he dado cuenta que has llegado para irte, de que en realidad, nunca podrás quedarte, y después del sonido de una lenta lagrima chocando contra la madera he vuelto a ser consciente que también pensarías lo mismo, con mi doloroso recuerdo bailando en tu memoria, atrapados en un calvario del que no podemos escapar.
Y al final no la he compuesto, porque ni yo voy a ir porque te entiendo, ni tu vas a volver porque no sabes. Es mejor intentar comprender de nuevo, y olvidarnos de valiosas corcheas que nunca podremos cantar.

Comentarios