Dos miradas. Se encuentran por pura casualidad entre un millón de otras, y no dudan en bailar, de forma imprevisible, escondidas de la realidad.
Dos miradas desconocidas que no se despegan la una de la otra, ilusionandose y olvidando vidas que quedan atrás.
Dos miradas, que durante unos breves minutos, coincidieron en especio y tiempo, y, sin comunicarse, se ofrecieron ese bello momento.
No llegaron ambas miradas a pronunciar palabra alguna cuando ya se separaron, mas una, no se la otra, se sorprendió del dolor que dejó en ella los pocos minutos que habían danzado y el conocimiento de que ya no volverían a compartir melodía.
Dos miradas desconocidas que no se despegan la una de la otra, ilusionandose y olvidando vidas que quedan atrás.
Dos miradas, que durante unos breves minutos, coincidieron en especio y tiempo, y, sin comunicarse, se ofrecieron ese bello momento.
No llegaron ambas miradas a pronunciar palabra alguna cuando ya se separaron, mas una, no se la otra, se sorprendió del dolor que dejó en ella los pocos minutos que habían danzado y el conocimiento de que ya no volverían a compartir melodía.
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